jueves, 10 de noviembre de 2011

Jueves, 10 de noviembre, 2011 7:53 AM REPORTE MATUTINO

En el principio érase el nin, “espíritu bajo disciplina,” y de ahí surgió el Sennin, el  “maestro-sabio del nin,” el maestro-estratega, el sabio-iluminado de la Quinta Dimensión. 

Ubicación: Recámara Privada del Plexo
Estado Anímico: Favorable, dedicado.
Estado Físico: Soñoliento; tengo frio; calambres en el brazo derecho, legado de viejas lesiones   
Estado Cognitivo: Perspicaz, agudo.

El Ojo del Águila, el Espíritu del Carcayú: Los vientos del Santana corren y resuenen en las ramas del parque a mis espaldas; un señor le grita mandos de obediencia a un perro que pasa por completo por tal cosa; en la distancia una mujer conversa con alguien y los sonidos de los automóviles reverberan en la distancia. No oigo pájaros, ¿será por el viento?, y hace tiempo que no veo personalmente a ninguno de los gavilanes, aunque otros lo han reportado. Hace frio y por no incomodarme más no me molesto en desplazarme para conseguir abrigo adicional. Cuervos. ¿Serán? Creo que más bien son grajos, mucho más grandes y robustos. La memoria es una red asociativa de experiencias pasadas. Grajos me transportan a Inglaterra, al campo enorme de futbol y rugby que teníamos en la escuela de Saint Mary’s donde grajos gigantescos e intimidantes a modo de soldaditos negros patrullaban el verde. Cuervos, grajos, urracas, miembros de la familia alada de los córvidos: inteligentes, carroñeros.

            Anoche no se durmió bien en absoluto. Algo, quizás polvo o arena, clavado en el ojo derecho no permitía el sueño. Acabamos trabajando en un proyecto que inicialmente era como investigación para Penuel, luego se convirtió en uno de varios ensayos para “la Bitácora” o quizás para “Desde el Escritorio del Fundador” y acabó siendo un capitulo – integrado de tres escritos separados – de “la Era del Sennin” pero que también formará parte de Penuel: siempre hay que ver como se matan a varios pájaros de un tiro.

            Esta mañana reflexiono, como llevo haciendo estos varios días, en las perdidas como maestro y padre. La enseñanza, la formación del carácter y del destino de otro ser humano no es cuestión de democracia ni de diplomacia, sino de resultados. El programa que incorporo – es decir, que represento en mi cuerpo mismo – no es para todos, pero si es para cualquiera que quiera transformarse en excelente. MAMBA abre los portales interiores a la grandeza por una parte y a lo sagrado por otra: te convierte en lo que eres y te conecta con lo más importante para un ser humano: la paz interior; ambos son la herencia por derecho y potestad de cualquiera. ¡Pero qué pocos se molestan!

            Ha habido una elevación súbita del nivel de dedicación de los alumnos que creo que coincidió con la reganada indirecta y el nuevo horario restringido. Sea por lo que fuese es, como dijo un Sempai anoche, una “nueva Era para el Ryu”. El escrito sobre la hipocresía fue tema de conversación, análisis y concientizar para los alumnos también. Para mi es una guerra de atrición contra mis grandes enemigos: la malvada trinidad  de la Ignorancia, la Soberbia, la Apatía, y a la que podemos rebautizar el infame y siniestro quinteto que incluye la Cobardía y la Hipocresía. Creo que de todos la Soberbia es el peor, porque es pura soberbia cuando, a pesar de mis credenciales – títulos, escritos, y victorias – las personas insisten en recurrir y en confiar en su propia ignorancia y en sus esquemas decisionales demostradamente distorsionados. Somos y estamos como resultado de nuestras decisiones por consecuencia de nuestros miedos, apegos, y creencias. No hay forma de evitar la realidad de toda Latinoamérica, de la galopante disfunción social, cultural, familiar, e individual, para darnos cuenta de que contra males extremos remedios radicales. No hay espacio para medias medidas. Cuando estas a 10 metros bajo el agua si no asciendes 10 m y 1 cm te vas a ahogar de igual forma que asciendas 10 metros o 1 solo cm.

Lo que nosotros hacemos aquí resonará en los anales de la historia.  

El ojo que se ve
El filo que se corta
No preciso escudo.

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