El Diario de un Sennin, Volumen III – 2013: Misma
Singularidad, Nuevos Horizontes.
ANOTACIÓN 9: Viernes, 27 de junio,
2013 10:02 AM
En el principio érase el nin, “espíritu bajo disciplina,” y de ahí
surgió el Sennin, el “maestro-sabio del nin,” el maestro-estratega,
el sabio-iluminado de la Quinta Dimensión.
Ubicación: Recámara personal
Estado
Anímico: Reposado.
Estado
Físico: Fatigado,
desgastado.
Estado
Cognitivo: Lúcido.
El Ojo del
Águila, el Espíritu del Carcayú: Hace
demasiado tiempo que no hay una aportación a este “Diario”. La verdad es que
estoy demasiado ocupado “haciendo” como para reportar sobre lo que estoy
“haciendo”, pero concedo que parte del “hacer” es esto, compartir ciertos
detalles de mi vida interior con mis alumnos y seguidores. Estoy cansado de
reportar que estoy cansado, pero ahora lo reporto con incluso más motivo que
nunca: ¡Estoy cansado! El programa de “Supreme 90 Days” es tremendamente
exigente, pero por si fuera poco lo complemento con mi propio programa de
musculación y condicionamiento aeróbico – cuando puedo claro. Es increíble –
estoy va a sonar hasta ridículo – la capacidad física que uno pierde con los
años, con la edad. Quizás no tanto pura fuerza física, pero lo que es condición
cardiovascular es como si fuera otro cuerpo el mío – y a mis casi 50 años de
edad claro que lo es. “50”, ¡qué increíble! Me acuerdo que aún en mis
cuarenta-y-pocos todavía podía competir hasta corriendo con los chavales en sus
veintes – no con mi hijo Jimmy, claro. Desde que empezó a competir en campo
traviesa en el bachillerato, cuando yo ya estaba en mis treintas, ya no había
forma de seguirle el ritmo. Jajajaja Me acuerdo claramente el día en que
sucedió eso. Solíamos correr juntos como parte de su acondicionamiento para
judo (a pesar de vivir en California, Jimmy fue competidor internacional para
el equipo canadiense desde los 13 años de edad) y se quejaba de que yo le
dejaba atrás en las carreras. Pero llegó el día en el que, después de que
empezara a entrenar campo traviesa en el colegio, me tocó a mí verle las
espaldas todo el camino – ¡y luego ni las espaldas! Jajajaja. Mi hija Jackie
también competía en el mismo equipo, ambos iban al mismo bachillerato, pero en
la categoría femenina. Ella y yo estábamos al mismo nivel entrenando y de hecho
cuando corríamos hasta la cima de Cowles Mountain en San Diego como parte del
entrenamiento de Black MAMBA, solamente Jimmy, Jackie y yo lográbamos llegar
hasta la cima sin parar – ¡ni siquiera mis alumnos marines lo conseguían! En fin… otros tiempos, yo en mis
cuarenta-y-pocos, y antes del cáncer, la quimio, las operaciones, la radiación,
la cicatrización en el colon, etc. – no digamos la larga y ardua guerra en las
cortes americanas, guerra que inspiró el libro “Mandated Report”, que ahora
estoy adaptando al castellano bajo el título de “América Culpable”.
¿Por qué
molestarse en tratar de recuperar la condición? Varios motivos. Uno, es otro
“desafío digno”. ¿Por qué no? ¿Por qué no exigir a la fisiología para que rinda
todo lo que pueda dar de sí? ¿Acaso porque ya no estoy al nivel de condición de
un atleta profesional significa que me tengo resignar a la obsolescencia
física? ¿A convertirme en un molusco? No, claro que no. Nunca más volveré al
nivel de condición que adquirí entrenando para los Rangers a mis 27, cuando
corría 5 km en menos de 18 minutos, ni mucho menos como cuando tenía 18 y
corría 8 km en menos de 30. Pero se trata de lograr lo que se pueda con lo que
se tiene. Uno es lo que es y lo que representa. Me acuerdo de mi maestro de
Muay Thai (boxeo tailandés), el Maestro Mark como le llamábamos, cuando cumplió
50 y yo tenía apenas 40. Le dije, medio en broma medio en serio, “Master Mark,
Usted me ha arruinado la vida.” Me respondió, todo preocupado, “¿Pero por qué?”
“¡Porque ya no tengo excusas! ¡Fíjese como está! ¡Yo esperaba que a su edad ya hubiera
hecho mi última lagartija para siempre, y ahora Usted ha establecido una marca
que hay que honrar!” Y era cierto. A sus 50 Master Mark, maestro de Muay Thai,
ex-campeón mundial invicto de Karate Full-Contact, no tenía una pizca de grasa
y lucía el cuerpo de un atleta de 30. Punto final. No hay excusas. Uno como
maestro tiene que establecer las marcas para que los alumnos se sientan
obligados a seguir o mejor aún, a superar.
Cambiando de
tema. Diablos, ¡tengo hambre! No sé por qué últimamente el café no me está agradando
tanto. ¿Será que es otra marca? ¿Será el entrenamiento? Quién sabe. “América
Culpable” es el tema del día, junto con “Conversaciones con un Veterano Don
Juan”. Queda mucho, mucho por hacer antes de poder finalizar esta fase de la “Gran
Estrategia”. A finales de octubre, primeros de noviembre, lanzaremos una campaña
de mercadeo con catálogos, una página web dedicada a “MAMBA RYU Publications”, trípticos
para los nuevos programas, etc. Para entonces tendremos más de una docena de
libros en castellano que abarcarán un variedad temática y estilística insólita
para un solo autor y para un programa de formación – MAMBA. Bueno, ya me cansé
de esto. Hay que volver a “América Culpable” – porque lo es, y de sobra. Es una
de las obras más importantes a nivel sociopolítico en cuanto a la ideología filosófica
del Ryu y es imprescindible que salga a la luz pública en el idioma castellano.
El ojo que se ve
El filo que se corta
No preciso escudo.