En el principio érase el nin, “espíritu bajo
disciplina,” y de ahí surgió el Sennin, el “maestro-sabio del nin,”
el maestro-estratega, el sabio-iluminado de la Quinta Dimensión.
Ubicación: RECAMARA PRIVADA DEL PLEXO
Estado
Anímico: FAVORABLE
Estado
Físico: FAVORABLE
Estado
Cognitivo: FAVORABLE
Hace
unos días descubrí que uno de los efectos secundarios del naproxeno sódico,
agente analgésico y antinflamatorio, es el de reducir la presión sanguínea. (Ya
me había indicado un alumno sempai que cuando tomaba naproxeno sódico que quedaba
sobrecogido por una gran modorra.) Tardé mucho en identificar los efectos o tal
vez en sentirlos, y quizás algo tenga que ver que preciso emplearlo con
regularidad para controlar la inflamación causada por los tratamientos
frecuentes que a lo que estoy sujeto. Lo que sí me había dado cuenta es que si
no hacia ejercicio intenso, específicamente de musculación en la cual hay
periodos de alza de fuerte presión sanguínea, me sentía cansado. Por un tiempo atribuí
el problema solamente a la pérdida de sales debido a los lavados intestinales –
sodio, potasio, y magnesio sobre todo. Los síntomas eran propios de deshidratación:
calambres y tirones musculares; pero esos síntomas fueron remediados en gran
parte con la ingestión suplementaria de pastillas de magnesio y potasio. Un fragmento de la enciclopedia online Wikipedia
clarifica la importancia de estos electrolitos:
En la fisiología,
los iones primarios de los electrólitos son sodio (Na+), potasio (K+), calcio
(Ca2+), magnesio (Mg2+), cloruro (Cl−),
hidrógeno fosfato (HPO42−)
y bicarbonato (HCO3−).Todas las formas de vida
superiores requieren un sutil y complejo balance de electrólitos entre el medio
intracelular y el extracelular. En particular, el mantenimiento de un gradiente
osmótico preciso de electrólitos es importante. Tales gradientes afectan y
regulan la hidratación del cuerpo, pH de la sangre y son críticos para las
funciones de los nervios y los músculos, e imprescindibles para llevar a cabo
la respiración. Existen varios mecanismos en las especies vivientes para
mantener las concentraciones de los diferentes electrólitos bajo un control riguroso.
Tanto el tejido
muscular y las neuronas son considerados tejidos eléctricos del cuerpo. Los
músculos y las neuronas son activados por la actividad de electrólitos entre el
fluido extracelular o fluido intersticial y el fluido intracelular. Los electrólitos
pueden entrar o salir a través de la membrana celular por medio de estructuras
proteicas especializadas, incorporadas en la membrana, denominados canales
iónicos. Por ejemplo, las contracciones musculares dependen de la presencia de
calcio (Ca2+), sodio (Na+), y potasio (K+). Sin suficientes niveles de estos
electrólitos clave, puede suceder debilidad muscular o severas contracciones
musculares.
Diarreas
intensivas y lavados intestinales ocasionan pérdidas masivas de electrolitos
con consecuencias sistémicas, etc., etc., etc.
¿Por qué hablar de todas estas cosas
tan personales? Créanme que no me resulta agradable, pero el propósito de este
Diario de un Sennin es el de ofrecer cierta ventana a la vida diaria y regular del
maestro-fundador de una gran e importante tradición para el desarrollo completo del ser humano como individuo y como participe en un dominio familiar/social. Dentro de los limites del "buen gusto" es importante, de acuerdo a los propósitos del documento pedagógico, compartir
con mis lectores que son principalmente individuos interesados en MAMBA como
sendero de vida, información que les ayude a comprender algo más que simplemente las bases de mi ideología filosófica,
espiritual, etc.: quieren, y tienen derecho a saber algo del ser humano que genera estas enseñanzas.
Cuando estaba pasando a través de mis tratamientos de radiación, quimioterapia,
incluso cirugías ninguno de mis alumnos supo nada de lo que estaba pasando
conmigo por decisión mía; en verdad no quería atraer más atención a mi estado
de lo necesario e imprescindible. Creo que eso fue un error puesto que a veces
se generaron malos entendidos por mis ausencias en clases o por cancelaciones
de las mismas. Por otra parte es un punto de orgullo profesional poder presumir
que de entre los alumnos que aún estuvieron presentes años después para recibir
esta información, todos se sorprendieron muchísimo al saber posteriormente lo ocurrido puesto que yo
disimulaba muy bien la severidad de mi estado. En fin. Ahora con la presencia
de sempais responsables y dedicados y de la uchi-deshi puedo repartir la
responsabilidad de ciertas clases y mantener un ritmo de producción de acuerdo
a mis limitaciones.
El punto es este: No soy perfecto,
ni inmortal, ni físicamente indestructible, ni tampoco siquiera invulnerable a
pesares emocionales. Lo que soy es un hombre que ha logrado, a pesar de tantos
achaques y adversidades, alcanzar un nivel de desarrollo – llamémoslo ‘filosófico-espiritual’
– de acuerdo al cual no solamente consigue transcender condiciones interiores y
exteriores que normalmente hundirían a las demás personas, sino que aún bajo ellas opera a un nivel de producción, en calidad y cantidad, que sobrepasa a su
vez a la inmensa mayoría de aquellos desplazándose por el mundo en
condiciones que podríamos denominar más o menos ‘ideales’. Ése es el punto; y
ocultar (totalmente), por modestia o por amor propio, demasiados detalles de
esas condiciones limitantes detrae sustancialmente de la lección constante que
quiero aportar a mis alumnos, aprendices, y seguidores.
A nadie le toca decidir totalmente las condiciones bajo las cuales vive, solamente le toca decidir como va a vivir bajo las condiciones que le son impuestas. Como Shodai y como Sennin, la mía es una lección viviente
del RAI KAI SHIN.
Ahora a vosotros os toca meditar sobre ello y a mi ponerme a hacer una
de mis rutinas de musculación con el Soloflex, seguido de mi rutina cardiovascular
con la comba mientras asisto a una serie de documentales sobre el holocausto judío
en el campo de concentración de Auschwitz a la vez que mi mente divaga
libremente sobre VIPERS, “Todo es Todo”, y la “Bitácora del Capitán Wolf”.
El ojo que se ve
El filo que se corta
No preciso escudo.