martes, 18 de octubre de 2011

Martes, 18 de octubre, 2011 REPORTE MATUTINO

En el principio érase el nin, “espíritu bajo disciplina,” y de ahí surgió el Sennin, el  “maestro-sabio del nin,” el maestro-estratega, el sabio-iluminado de la Quinta Dimensión. 

Ubicación: Recamara privada
Estado Anímico: Favorable.
Estado Físico: Regular; infección de las anginas, molestias estomacales.
Estado Cognitivo: Ligeramente desconcertado.

El Ojo del Águila, el Espíritu del Carcayú: Desde el sábado me he sentido algo abatido con respecto a la salud de mi madre y el inminente final de una figura sempiterna en mi vida marca el cierre de un gran ciclo. Todo pasa en la vida, hasta la vida misma. El dolor de garganta de estos días ha agudizado a pesar del antibiótico, el cual ocasiona estragos en mí estomago; de todas formas hoy iré al gimnasio: así me sentía el viernes.

            El programa de televisión del lunes estuvo bien, logré comunicar lo que quería sobre la situación de la guerra contra el narcotráfico en México y contribuir a abrir mentes y despertar conciencias a ciertos telespectadores. Pero ocurrió algo interesante. Los primeros quince minutos del programa se ocuparon entrevistando al encargado de un programa de educación de la municipalidad de Rosarito. Mientras, mi acompáñate y yo estábamos observando el programa en vivo. De pronto tuve una ‘preocupación’. Le dije a mi compañera, “¿Has apagado tu celular?” “No”, me respondió. “Apágalo ahora.” Conforme lo sacaba para apagarlo sonó el celular de Chema, el entrevistador, en vivo. ¿Coincidencia? Es posible. Más, ya de noche y durante la clase de los Sempais, les comentaba a los alumnos sobre mis sueños. En uno de ellos yo llegaba a la clase de Black MAMBA para verlos haciendo unos movimientos de pies raros. Pregunte, “¿Qué estáis haciendo?”. Me respondieron que estaban creando un baile de Black MAMBA. Les dije que en ese caso tenían que incorporan otros movimientos, y les conté de donde venían etc. Conforme les contaba el sueño se echaron a reír. Les pregunté que de qué se reían. Resulta ser que uno de ellos había sugerido en una clase reciente, y no estando yo presente, que debíamos tener un baile de Black MAMBA. ¿Coincidencia? También es posible. Muchas coincidencias.

            Tuve otro sueño esa noche. Nelson Mandela era un alumno de MAMBA y le estaba aplicando a él y a varios muchachitos africanos un examen de grado. Entre los requisitos estaba aguantar una prueba de dolor. Yo demostré con un ejercicio de estiramiento de mis hombros. Cuando le tocó a Mandela se sentó en el piso en ‘seiza’ (posición de meditación Zazen); de alguna forma sabía que había se había lesionado uno de los hombros y le pregunté disimuladamente cual de los dos hombros era el ‘sano’; me lo indicó y fue ese el que le estiré. Aguantó sin rechistar. Durante la ceremonia de promoción cuando me tocó dirigirme a Mandela sentí una gran emoción en la garganta; de pronto mi hijo Jimmy interrumpió la ceremonia para agarrar unas colchonetas y me sentí aliviado puesto que me dio unos segundos para tragarme el nudo de emoción que traía en la garganta. Dirigiéndome a todos los presentes hablé del gran honor que era para mí contar con Nelson Mandela entre nuestros alumnos y que él era el modelo de lo que el Ryu quería forjar de todos los jóvenes que estaban ahí presentes. Me desperté de pronto después. Y tardé unos minutos en comprender el mensaje, que estaba bien claro: el objetivo del Ryu en las Américas es de crear una generación de ‘Mandelas’.

            Me preguntó un alumno que si había algo más allá de Sennin:
·         “Sennin es mucho… pero hay grados de Sennin.”
Yo mismo estoy notando que la metamorfosis que se inició hace con mi Gran Entendimiento progresa. Cuando era niño y estudiaba y practicaba diversos tipos de yoga los maestros hablaban de “siddhis” o “siddhi”: (http://the-wanderling.com/siddhis.html)

SIDDHI (en sánscrito: "logro", "logro", la "perfección"). La Siddhi es un término se aplica en su mayoría a una variedad de capacidades psíquicos o poderes relacionadas a lo espiritual  manifestadas por los adherentes al hinduismo o al budismo. Mediante el reconocimiento de la vacuidad, la claridad y la apertura de la mente, diferentes cualidades surgen de manera natural, ya que forman parte de la mente. El Buda, cuyo nombre personal Siddharta se basa en la raíz de palabras y significa "aquel cuyo objetivo es logrado", distingue entre dos tipos:
Siddhis normal: todas las fuerzas del mundo condicionado que transforman elementos.
Siddhis extraordinario: la capacidad de abrir los seres para las verdades liberadoras y esclarecedoras, para llevar a la realización.

Siddhi suele definirse como "un poder mágico o espiritual para el control de sí mismo, a otros y a las fuerzas de la naturaleza." Los siddhis descritos por los ocultistas y los yoguis son en realidad los estados de percepción supranormal a disposición de todos los seres humanos. Estas son habilidades absolutamente naturales que puede ser explicadas en términos muy racionales. No hay nada misterioso o mágico en los Siddhis.

Siento que el ciclo de una gran espiral ascendente se está cerrando, completando. Kundalini, el ‘factor Sennin’, mi extraordinaria capacidad de lograr, de completar, de concretar, de ‘ver’ más allá de lo evidente, el ‘miedo’ que sienten muchas personas a un nivel primordial, esencial, en mi presencia por una parte y la atracción por otra – como una polilla a una lumbre – siento que me estoy descubriendo, como un niño que empieza a aprender a programar su Ipod. Soy escéptico por naturaleza y por entrenamiento, pero no soy ciego. Cambios se ocasionan dentro y alrededor de mí. Todo es todo y esos cambios no son independientes, no están desconectados. No diré lo que pienso: la verdad pero no toda la verdad. Algo sí sé y tengo bien claro: nada ni nadie están en control de mí salvo  el ‘YO’ y con participación asesora del ‘Yo’. Pero algo toca a la puerta de mi paradigma personal que quizás requiera una seria revisión. Quizás sea hora de revisar que mi capacidad de superación, de consecución, de visión, correspondan a una serie de posibilidades mentales más allá de lo que anteriormente estuviera dispuesto a aceptar a considerar. ¿O es eso mismo ‘ego’ por mi parte? ¿Es negarlo ‘ego’ o considerarlo ‘ego’? No, considerarlo es simplemente ser científico, analítico, honesto. El no considerarlo sería obtuso, ignorante, deshonesto. “Cuando has eliminado lo imposible, lo que permanezca, por muy improbable, es la verdad.” (Sherlock Holmes). Hay que eliminar lo ‘imposible’. Bien, habrá que abrir portales a pendientes de perspectivas de la realidad muy, muy escurridizas de nuevo para dejar asentadas ‘nuevas’ verdades que puedan surgir de considerar antiguas ideas y separar las supersticiones de las realidades. ¡Otro desafío digno!

En otro ‘frente’, fichas caen y panoramas se aclaran. Me di cuenta recientemente de algo que ya tenía claro – suena raro eso – pero es en referencia y aplicación a mis circunstancias ‘personales’. Mi condición de Shodai simplemente no deja lugar para relaciones – intimas o familiares – en las cuales exista un intento de encajar conmigo de otra forma que no sea como miembro del Ryu; es decir, si no entablas conmigo como mi alumno/discípulo, no va a haber espacio para una ‘relación’ que no sea sumamente superficial y mundana: el vendedor del gas, el que nos hace los bordados en los uniformes, etc. Cuando las personas me preguntan, “¿y aparte, que te gusta hacer?” – se me dificulta explicar:
·         “¿Aparte?”
·         “Sí.”
·         “No hay ‘aparte’.”
Les trato de explicar empleando a un obispo o un cardenal como ejemplo, no sé si entienden, pero yo sí sé que entiendo que sin entender y aceptar esa condición esencial de mí, es imposible que alguien pueda llevar una relación personal o íntima conmigo – como pareja, como amistad, como pariente. El Instituto KAIZEN Center de MAMBA RYU es el templo de MAMBA y yo, Shodai Sennin J. A. Overton-Guerra, soy su sumo sacerdote. Ser o no ser MAMBA divide a las personas en el mundo en dos categorías respecto a la posibilidad de una convivencia personal conmigo. No hay excepciones:

¡Ya no hay volteo!
¡Ya no hay expiación!
Sé lo que digo y digo lo que sé:
¡Oye! ¡Que te hablo de revolución!

El ojo que se ve
El filo que se corta
No preciso escudo.

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