jueves, 6 de octubre de 2011

Jueves, 6 de octubre, 2011 5:44 REPORTE MATUTINO

En el principio érase el nin, “espíritu bajo disciplina,” y de ahí surgió el Sennin, el  “maestro-sabio del nin,” el maestro-estratega, el sabio-iluminado de la Quinta Dimensión. 

Ubicación: Recamara privada del Plexo
Estado Anímico: Positivo, sereno.
Estado Físico: Buena pregunta; tengo espasmos en el tríceps derecho, legado de una lesión en un nervio cervical durante un entrenamiento con mi hijo hace mil años, y provocado por la intensidad del entrenamiento actual. El estomago aún está en recuperación después de otro “proceso”, otro lavado intestinal de los que tengo que hacer dos a tres veces a la semana para lidiar con los efectos del estrecho. La fiebre que sigue al ‘proceso’ siempre debilita.
Estado Cognitivo: Lúcido, vidente, claro.

El Ojo del Águila, el Espíritu del Carcayú: He cambiado hace un par de días la imagen que corresponde a este documento viviente. El efecto visual del remolino en el horizonte de eventos y hacia el interior del agujero negro en dirección a la singularidad me agrada. He pensado cambiar el nombre de este documento a “Desde la singularidad” o “La Singularidad y el Horizonte de Eventos” o “El Horizonte de la Singularidad” algo así. ¿Tal vez ese sea el nombre del volumen dos?

            Algunos de vosotros no sabéis a lo que me refiero. Un agujero negro es una formación en el espacio donde, debido a un centro – llamado la ‘singularidad’ del agujero negro – dotado de una fuerza de gravedad teóricamente infinita, no se escapa ni un fotón de luz, ni una onda electromagnética, y por eso se distingue por ser completamente negro. No se puede ver dentro de un agujero negro porque la vista se basa en la percepción de las ondas electromagnéticas en el espectro visual que rebotan de un objeto; pero el agujero negro absorbe todo hacia él, hacia la singularidad y por eso permanece ‘invisible’ al mundo exterior – eso es ser Sennin, eso es ser el Shodai Sennin de MAMBA Ryu.

            El borde del agujero negro, el límite del contacto con el universo exterior, se llama el “horizonte de eventos” y es el punto sin retorno de cualquier materia o energía que entre en contacto con el agujero negro. Alrededor del horizonte de eventos está una región que se llama “la ergosfera,” un lugar donde no existe el reposo, donde es imposible no estar en movimiento puesto que está afectado por la rotación y la atracción de la singularidad. Objetos y energías dentro de la ergosfera, también llamada ergoesfera, son trasportados a una velocidad más allá del de la luz relativa a los puntos que están fuera de ella y por ello desparecen de la vista a los mismos. Ahí es donde están los alumnos  y discípulos del Ryu. Muchos, por miedo al efecto, por miedo a sentirse desconectados de la masa mediocre que es lo único que conocen, huyen de la ergoesfera y regresan al universo común y corriente. Es natural: el miedo domina a nuestra especie al igual que el agua domina al pez o el aire al ave. Pero es posible trascender el miedo, lo cual equivale a trascender el sufrimiento que conllevan los apegos, y viajar libre por el agua y por el aire y bajo la tierra. Es vivir en otra dimensión, en la Sexta Esfera.

            Ayer fue un día intenso, desde el principio hasta el fin. Retomé el blog de “Cumplir o morir” y mi documento de trabajo “El Orden del Día”. De madrugada el trabajo en el gimnasio fue intenso. No sé hasta qué punto me estoy excediendo o simplemente estoy en ese borde del ‘abismo’, donde hay verdadero progreso. Desconozco en parte este cuerpo, es nuevo para mí esto de hacerme ‘viejo’. Los varios años de retiro forzado me han llevado a un lugar en el que es difícil saber hasta qué punto la diferencia que siento con respecto a mis “tiempo de Aquiles” y hoy son el resultado del proceso natural e inevitable del envejecimiento o del opcional de la falta de condición. Lo descubriré sin dudas.

            He ajustado mi régimen de entrenamiento, reduciendo los intervalos pero eso sí, siempre manteniendo la intensidad. Los intervalos de actividad son de treinta segundos de intensidad máxima, seguidos por minuto y medio de descanso. Ayer, trabajando los costales, los primeros tres intervalos fueron de saltos dobles de cuerda, es decir, salto y la cuerda pasa dos veces por debajo de los pies antes de tocar suelo. Luego hice tres intervalos en el costal de puño y codo contra el saco; los sacos en el gym son demasiado ligeros y blanditos para mi gusto, no son profesionales, pero bueno es lo que hay. Durante los intervalos activos se trata de asediar al costal sin parar y sin piedad – el saco no llora. Después siguieron tres intervalos de pie y rodilla; para entonces ya estaba tocando fondo en mi condición. Finalmente me fui a la sala donde tienen varios sacos en proximidad y donde uno puede situarse como si tuviera múltiples (4) oponentes situados alrededor en cruz. Es el intervalo más demandante del entrenamiento, donde empleo todas las armas: patadas, rodillazos, codazos, puñetazos, – hasta cabezazos – contra cuatro oponentes móviles que me rodean; ayer solo aguanté un intervalo. En la próxima sesión agregaré más. Fueron 3 + 3 + 3 + 1 = 10 intervalos en total. La meta son 5 de cada, o sea, 20. Una vez alcanzada esa, poco a poco los intervalos de intensidad se alargarán y los de descanso se acortarán hasta llega a 60 segundos y 60 segundos. Los estudios demuestran que para un hombre mayor de 40 un asalto de boxeo de 1 minuto equivale a un asalto de 3 minutos para un hombre de 30 o menor. Ahora sí que me doy cuenta de que es cierto. Luego de todo eso me tocó terminar la vuelta ciclista a Playas – la ‘larga’ vuelta ciclista a Playas después de esa sesión.

            El resto del día prosiguió y no fue menos intenso. La verdad es que lo menos intenso de mi vida son mis entrenamientos – la mente acondicionada es capaz de aguantar mucho más que el cuerpo. El chi o ki – la energía interna – es vasta mientras que la física es mucho más limitada. Se me fue el hilo no de lo que quería transmitir hoy – siempre se trata de transmitir, de guiar, de enseñar – sino de cómo hacerlo, como enfocar para comunicar lo inefable. ¡Ah, ya! El agujero negro y sus componentes – la singularidad, el horizonte de eventos o sucesos, y la ergoesfera – me fascinan como metáforas para el fenómeno de MAMBA y MAMBA RYU. Ayer le tuve que explicar a un alumno que no es lo mismo batallar contra las emociones con fuerza de voluntad que superarlas con condición de perspectiva mental. Raras veces tengo que ejercer lo que se viene a conocer como ‘fuerza de voluntad’ para lograr mis propósitos. ¿Por qué? Simple: ¿Acaso el tiburón teme el agua, o el halcón las alturas? Uno trasciende la necesidad de la fuerza de voluntad a lo largo de años de identidad forjada a través de la fuerza de voluntad misma. Cuando el deber y el querer son una misma cosa, siempre haces lo que quieres y siempre es lo que debes. ¡Jejejeje! ¡Así de fácil y así de difícil! Ser Shodai es un deber y un placer.

            Forjar la identidad se logra en torno a un sentido profundo del deber y del querer. Es como aprender a conducir sincrónico, estándar. Al principio tienes que poner mucha atención en coordinar los pedales, luego se convierte en un movimiento automático, inconsciente. Al principio requiere esfuerzo, fuerza de voluntad, causa frustración, etc., luego ni lo notas porque es parte de ti, de quien eres. Las grandes batallas se ganan sin el menor esfuerzo porque se planifican y se preparan con el máximo esfuerzo: “train hard, fight easy”. Paradoja. Realidad. Verdad.

            Pocas personas, quizás ninguna, saben lo que es la realidad de mi ser, de mi vida, porque aunque convivan conmigo, nunca entienden del todo. Tratan de analizar y comprender desde sus limitados esquemas y peor aún: tratan de reducirme de acuerdo a su minúscula comprensión en vez de engrandecer su compresión al nivel de la tarea: Tapar el sol con un dedo es ingenuidad de niños. La singularidad del ‘fenómeno Shodai’ atrae y repele a la vez. Atrae porque es extraño, porque se intuyen soluciones a problemas existenciales, personales, psicológicos, espirituales, o como me han dicho no pocas veces, por fantasía lujuriosa; atrae por la calma y la certeza que perciben de la figura; repele por la inseguridad que esa certeza provoca y por el miedo a lo desconocido que causa. Muchos, desde la lejanía, titubean, coquetean con la idea pero sus instintos les alejan de la entrada a la cueva oscura; huyen de lo que no comprenden, de lo que sienten que nunca podrán dominar o someter, y de lo que sienten que les llevará a enfrentarse con lo que más temen: con sí mismos. Sienten el jalón del horizonte de eventos y les aterra; huyen de algo pero lo que no saben es que es demasiado tarde: el contacto mismo con la idea es infecciosa. El espejo hacia su interior está firmemente y ineludiblemente plantado y tarde o temprano, estén donde estén, tendrán que lidiar con quienes son, y peor, con quienes no son: y no son nada admirable sino todo lo contrario. Para mí misión cumplida. Las mejores lecciones se aprenden mucho después de ser impartidas. Aunque eso sí, me da lástima esa gente; se mantienen en la periferia, leyendo los blogs, viendo mi muro de facebook. Desean secretamente haber tenido el valor, el coraje, la autoestima de haber invertido en sí mismos. Pero el gran problema del latino es lo que llamo el “factor Anakin” (por eso estudiamos tanto Star Wars en el Ryu). ¿Qué es lo que más se precisa para ser excelente, para superarse, para sobresalir? Simple: La crítica, la exigencia, y la orientación (léase: mandato) de un buen maestro. ¿Qué es lo que el latino más detesta? Que le critiquen, que le exijan y que le manden. ¿Os sorprende que domine la mediocridad en el mundo latino, que seamos 'tercer mundo'? Somos una cultura de Anakins dominados por nuestro lado oscuro, y al igual que Anakin, demasiado soberbios – entiéndase cobardes - para atreverse a ser quiénes son. Para superar esa condición del “factor Anakin” hace falta que el alumno/discípulo entre eventualmente dentro del horizonte de sucesos donde desaparecerá de la vista del mundo social que le observa y pase a explorar la oscuridad de su mundo interior. Solamente ahí, bajo la guía firma, la disciplina férrea, y la crítica rigurosa de un buen maestro logrará su libertad, redimirse, superarse, derrotar sus miedos.

            La clave no está tanto en resistir la tentación sino en llegar a no sentir el deseo, y sintiendo el deseo entender su origen, su causa, su consecuencia, y como satisfacerlo sin someterse a el, sin incurrir en auto-sabotaje. El hombre que no desea lo que no tiene y lo que no le conviene, pero que a la vez no deja de esforzarse para lograr su voluntad es invulnerable, invencible, e imparable. Paradoja. Realidad. Verdad.

            He dicho mucho. Pero queda algo más. La religión y la falsa seguridad de un Dios o de un “algo más” conlleva una terrible penalidad: el sentimiento de la insuficiencia, de una falta de valor, de una culpabilidad. Las personas no son completamente buenas ni completamente malas: son tonos de gris. En la ergoesfera es de ley que las personas vayan encontrándose cara a cara con emociones reprimidas, escondidas, recluidas a los lugares más oscuros de sus mentes donde antes se ocultaban por medio del escape continuo de la superficialidad, de la distracción, del alcohol, de la droga, del sexo, de la televisión, de los juegos de vídeo, de la música constante, del antro, etc., para evitar la oscuridad del silencio interior donde todo por dentro se ilumina. Es cierto que somos nuestros miedos, nuestros apegos – de ahí que cuando ya no existen “no somos nada” y “somos todo” a la vez. Pero también es cierto que somos nuestro esfuerzo, nuestra disciplina, nuestro entendimiento, nuestra voluntad. Es importante tener esto en cuenta para que las personas al encontrarse con su lado oscuro no recurran a una autocrítica blanquinegra que los hunda; tienen que saber que por muy ‘oscuros’ que hayan sido y que se vean, también tienen un lado claro: Nadie está más allá de la redención, de la liberación – si se lo permite y se lo propone. Creo que el agujero negro, la singularidad, el horizonte de sucesos, y la ergosfera son analogías efectivas.

            “La singularidad y su horizonte” – eso me gusta. Ya es tarde.  

El ojo que se ve
El filo que se corta
No preciso escudo.

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