jueves, 20 de septiembre de 2012

Jueves, 20 de septiembre, 2012 REPORTE INICIADO A LA 13:21


Jueves, 20 de septiembre, 2012
REPORTE  INICIADO A LA 13:21

En el principio érase el nin, “espíritu bajo disciplina,” y de ahí surgió el Sennin, el  “maestro-sabio del nin,” el maestro-estratega, el sabio-iluminado de la Quinta Dimensión. 

Ubicación: RECÁMARA PRIVADA DEL NEXO
Estado Anímico: ENTUSIASMADO
Estado Físico: CANSADO, AGOTADO
Estado Cognitivo: ACTIVADO

El Ojo del Águila, el Espíritu del Carcayú: Demasiado por hacer y he descubierto que hay una gran diferencia entre relajarse y descansar – la palabra lo dice: “des” + “cansar”. No me había dado cuenta de cuanto tiempo había pasado desde que no subía algo al “Diario”. Quise dar la bienvenida a una nueva seguidora al Diario en el blog pero el sistema de google no funciona para enviarle mensaje, me deja encerrado en un bucle continuo de validad mi contraseña para entrar en la cuenta en la que ya estoy puesto que estaba editando el blog. En fin, espero que lea este comentario y que la jovencita cordobesa que vive en Madrid se dé por bienvenida y quizás me cuente cómo llegó a oír del blog, etc. Mientras a lo mio…

Tengo varias anotaciones al nuevo volumen de la Bitácora de Shodai que tampoco he publicado. Casi toda mi energía y tiempo han estado invertidos en los proyectos matemáticos y computacionales, otras vertientes mías que creo que sorprenderán a muchos – pero antes de ser un dedicado escritor fui un experto-fanático de la computación: mi cerebro funciona de muchas formas no comúnmente consideradas compatibles.

            Hay que tomar revista a los proyectos tanto presentes como futuros pero de momento me limitaré a escribir ciertos comentarios no muy positivos sobre la situación sociocultural que me rodea.  

La gran ignominia de la ignorancia no consiste exclusivamente en que el ignorante ignore lo que no sepa y no sepa lo que ignore, sino que al ignorar su ignominioso estado, se vuelve hasta soberbio en su ignominia, lo cual le hace no solamente diez veces más ignorante, y cien veces más ignominioso, sino mil veces más intolerable ya que cuando ve claramente que ni sus argumentos, ni sus conocimientos, ni los hechos, ni su raciocinio le respaldan, recurre invariablemente, como el naufrago dando brazadas de ahogado, a la insolencia y a la grosería. Llega uno a la adoptar la postura necesaria elitista de no tratar, salvo de una forma superficial, a quienes no muestren un nivel educacional mínimo – quien sabe cual sea este nivel educacional dado la pésima calidad del sistema educativo – o al menos una humildad poco característica de la cultura . Con “humildad” no me refiero a la interpretación común y corriente que busca exigir una actitud sumisa del individuo superior para evitar que provoque la envidia del prójimo o que active el complejo de inferioridad ajeno. Por humildad me refiero a algo muy por lo contrario: me refiero a la virtud de saber reconocer tanto las limitaciones propias como la de dar el respeto debido a aquellos individuos que han demostrado su superioridad mediantes capacidades y conocimientos. Solamente en una sociedad o cultura donde se hace culto a la mediocridad se castiga la superioridad – y aquí estamos en un tercermundismo perpetuo.  

Claro, la religiosidad opera de forma nefasta en ese triple proceso de apatía, ignorancia, y soberbia, pero ese argumento es largo y digno de presentarse en otro contexto. De momento me limito a decir lo siguiente: la religiosidad, que se extiende a la creencia en poderes sobrenaturales, dimensiones inmateriales, fuerzas espirituales, y entidades no-corpóreas que afectan y determinan el mundo real – material y psicológico – a su antojo y albedrio, se puede demostrar estadísticamente que es solamente una adaptación a las condiciones miserables de una dada sociedad, aportando consuelo psicológico-emocional en la forma de esperanza, para aquellos que de otra forma quizás encontraran sus condiciones presentes totalmente intolerables. El problema es que, después de adoptada como tratamiento a corto plazo, a largo plazo la religiosidad supone tal adaptación que es difícil después implementar cambios sustentables en la sociedad para mejorar las condiciones.  Es decir, una vez que el pensamiento mágico-esotérico-religioso se establece en la mente humana, ayudándola a acomodarse a sus presentes condiciones de inseguridad psicológica, económica, física, etc.., es prácticamente imposible que el ser humano adopte ya otra perspectiva necesaria para superar esas mismas condiciones. El resultado es el estancamiento cultural, la condena perpetua a una cosmovisión propia de la edad de piedra – o generosamente a la edad media – pero sin esperanzas o posibilidades o motivaciones reales para salirse de ese estado oscurantista.

            Evidentemente la catástrofe será indispensable para que el iberoamericano se dé cuenta de la naturaleza de su condición. Hasta el momento las fuerzas opresoras y explotadoras han sido “generosas” en muchos de los países de Iberoamérica, con “generosas” me refiero a que aun no han presentado circunstancias más allá de esperanza como vehículo de escape. Los 74 millones de mexicanos viviendo en la pobreza no se cansan de dar gracias a Dios por las migas que les caen ni por rogar a Dios para que les caigan más, sino atreverse o motivarse a preguntarse: ¿Si Dios existe y es tan bondadoso por qué sufrimos tanto?  Llegará un día, inevitablemente, en que la miseria les apriete tanto que se ahogarán en la sorda amargura sus propias plegarias y buscarán soluciones terrenales y por desesperación, ya hartos de si mismos y de su condición, estarán abiertos a verdaderos cambios en su forma colectiva de pensar, de sentir, y de actuar. Para aquel entonces es indispensable que un corpus de enseñanza, de entrenamiento, de formación, de tácticas y estrategias, esté fijo y diseminado para satisfacer la demanda. Cuando le entre la sed al caballo tendremos el agua a mano. Hasta entonces quien sabe cuanta miseria innecesaria y cuanta tragedia habrá tenido lugar.

            Ahora el material se difunde de forma gratuita para reclutar futuros maestros y establecer la tradición. En el futuro no lo será – solamente así las masas saben valorar las cosas: “tanto cuesta, tanto vale.”

El ojo que se ve
El filo que se corta
No preciso escudo. 

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