Ubicación: RECAMARA PRIVADA DEL PLEXO
Estado
Anímico: HARTO, FURIOSO, ACIDO
Estado
Físico: TENDINITIS EN EL HOMBRO DERECHO, FATIGADO
Estado
Cognitivo: PERSPICAZ
El
Ojo del Águila, el Espíritu del Carcayú: Hoy estoy harto. Una “conocida”
de Facebook lo dijo todo cuando escribió en su perfil que “solamente quería divertirse”.
Una mujer cuarentona, superficial, vanidosa, que en realidad huye de la soledad
que sabe que le espera y del vacío existencial que le acosa porque sabe que no
tiene nada más que aportar al mundo que la obra de su cirujano plástico y el
dinero que gana. Pero en sus palabras lo dice todo y resume la actitud de
tantas y de tantos que es imposible ignorar. Mucho barullo aquí en México en cuanto
a las elecciones, que si el fraude, que si la corrupción, etc. Pero no ven que
el fraude y la corrupción son cada uno de ellos y que ninguno haría diferente
si tuviera la oportunidad y la ocasión. No se dan cuenta de que las
manifestaciones públicas no son sino otro tipo de festejo inútil donde se muda la
copa por la pancarta pero que al final de cuentas nada cambia porque nunca hubo
un propósito claro ni un plan disciplinado para lograrlo. No hay estrategia a
largo o mediano plazo, solamente arrebato inmediato. Si yo fuera el gobierno, ¿qué
más me daría a mí que esta bola de chillones y berrinchudos se paseen en masa
por las calles? Y sus protestas en las redes sociales son igualmente patéticas:
la inmensa mayoría no sabe ni escribir. Se quejan de que Peña-Nieto es un
ignorante, y sin duda lo es, pero es como la tortuga llamando a la caguama “conchudo”.
Basta ver la sarta de faltas de ortografía en los comentarios de las “protestas”
en las páginas de las redes sociales para darte cuenta de que se está trata de
una masa de ignorantes analfabetos que lo mismo estarían gritando vulgaridades
en un club de striptease, u obscenidades en un partido de futbol, que
pregonando clichés en la calle. Y al final acabarán en el mismo lugar:
borrachos en el bar. ¿Qué derecho creen que tienen de esperar más de sus líderes
de lo que exigen de sí mismos? Más claro lo pongo: ¿Acaso esperan que alguien
formado en el tercer mundo, por sus esquemas auto-derrotistas e inferiores,
pueda resolver los problemas de un país de tercer mundo? Es como esperar que el
ciego guie al ciego. Y ese es precisamente el problema aquí: no hay peores ciegos
que los que no quieren ver; y no quieren ver porque eso requeriría lo que nadie
quiere molestarse en hacer: tomar responsabilidad por el esfuerzo de un cambio personal.
El latino solamente quiere vivir su vida de diversión constante, sin propósito salvo
el ocio continuo, y espera que alguien llegue al poder para cambiar toda la
realidad económica para esa misma vida de despilfarro existencial le sea
fiscalmente posible. Nada más, nada menos. Como unos eternos adolescentes
malcriados quieren nadar y guardar la ropa, comerse el pastel y no engordar. De
ahí que esas sandeces de “el Secreto” – que no son sino una extensión de la
ubicua estupidez del “padre nuestro” – sean tal populares aquí. Esperan que el
universo entero viole las leyes de la física solamente para satisfacer sus
antojos y conceder sus deseos. Y es una actitud que fomentan en sus hijos
creando nada más que otra generación de buenos para nada que no derivan ningún orgullo
del esfuerzo sino que lo evitan como a la peste. De ahí que cualquier intento
de reforma a nivel personal que llevaría a lo que se precisa – una revolución cultural
– se encuentra con una resistencia total, como si la mera idea de tener que
formarse, exigirse, educarse, disciplinarse, fuese una violación grotesca y
criminal de sus derechos humanos. No tenemos el valor de aceptar la realidad:
si vivimos en tercer mundo es porque la misma cultura crea el tercer mundo en
el que vivimos. El tercer mundo no es una imposición externa sino una instauración
interna que no es sino el agregado de todos los constituyentes del mismo. Lo
creamos porque lo somos. Cada individuo aquí, como las arenas de una playa, contribuye
con su apatía, con su ignorancia, con su soberbia, con su superstición, con su
gula, con su conducta negativista desafiante a la sociedad en la que vivimos. La
culpa no es de los españoles que nos colonizaron ni de los americanos o las
multinacionales que nos explotan porque no servimos para nada más que para eso:
para ser explotados. No queremos reconocer que la libertad no es la ausencia de
imposición externa sino la actitud de una responsabilidad total y absoluta por
nuestra situación interna, por nuestros pensamientos, por nuestras emociones, y
por nuestra conducta. Lejos, muy, muy lejos de tomar responsabilidad por su condición
interna, el latino se entrega a una despreciable auto-conmiseración rogando
arrodillado e invocando lástima, como figura patética, sin vergüenza y sin
dignidad, a su quimérico y único héroe – “el Todopoderoso Fantástico” – para
que le rescate del fétido pozo en el que se encuentra, hoyo contaminado por los
detritus de su propia incultura, los excrementos de su indisciplina, y por los
despojos de su ignorancia. ¿Y creen que así siendo no van sino a invocar el
desprecio y la explotación de cualquiera agente, ya sea funcionario público o
empresa multinacional? ¿Acaso no se dan cuenta de que sus propias actitudes,
creencias, conductas, y esquemas fueron inseminadas precisamente para promover,
generación tras generación, esta misma patética condición servil? Sin la erudición
del pueblo una democracia no es sino en una parodia para tiranos. A veces no sé
quién está más loco, el loco o el medico que voluntariamente le atiende.
Me viene a la mente “La Bala de
Plata”:
La bala de plata - (circa 2006)
Es tradicional que con el motivo del año nuevo que se nos aproxima se
forme en nuestro pensamiento un umbral de reflexión entre el pasado y el
futuro. De tal modo es común que reflejemos sobre las metas incumplidas a las
que nos comprometimos el año pasado, y sin mayor auto-análisis nos culpemos de
‘flojos’ y de ‘indisciplinados’ y prosigamos a declarar nuevas metas para el
año que viene, metas que, igualmente que las de anteriores años se verán sin
cumplir; así podemos pasar toda una vida sin perder el peso que queríamos
perder, sin aprender el nuevo idioma que queríamos hablar, sin tocar el
instrumento de nuestros sueños, sin pasar más tiempo con la familia, etc.
Como estratega existencial,
psicólogo, hipnoterapeuta, maestro, padre, o meramente amigo con frecuencia me
encuentro aconsejando a individuos que de año en año han visto pasar así la
vida y desesperados ya, quieren que les auxilie con unas pocas palabras de
consuelo o exhortación. Es aquí cuando con frecuencia hecho mano de mi plática
sobre “la bala de plata,” que viene a ser más o menos algo así:
La tradición medieval
europea relata que un disparo con una bala de plata es el método más seguro y
concienzudo de matar a un licántropo, o sea, un ‘hombre-lobo,’ la figura
diabólica que durante siglos aterrorizó la existencia de un pueblo
supersticioso que creía en seres supernormales y por lo tanto en soluciones
mágicas que acabaran con los mismos.
Para la mayoría de nosotros
ya pasaron los días en los que temíamos hombres-lobo, colocábamos gárgolas en
los techos para espantar los malos espíritus, y forrábamos los umbrales de
nuestras casas con trencillas de ajo para espantar los vampiros, pero el
concepto, a modo de metáfora, de una ‘bala de plata’ como solución rápida,
eficaz, y sin esfuerzo a un problema recalcitrante y pertinaz prevalece.
Lógicamente la expresión se aplica a menudo con escepticismo, sarcasmo e
ironía: aunque es común que los problemas se nos presenten tan deslucidos y
abrumadores como ‘hombres-lobo,’ raras veces se nos manifiestan con ‘balas de
plata’ que los solucionen.
Sin embargo, hoy en día es
lo que más se busca: la solución inmediata y de inconveniencia mínima. Queremos
perder peso pero seguir comiendo dulces, tomando cerveza, ingiriendo grasas, y
ejercitándonos del sofá a la cama, de la cama a la mesa, de la mesa al auto,
del auto al escritorio, y del escritorio al sofá. Queremos que las relaciones
con nuestra pareja mejoren, pero sin compromisos propios y sólo a base de
señalar las impertinencias y defectos que manifiestan como prerrequisitos a la
armonía matrimonial. Queremos que nuestra juventud deje de tomar drogas, pero
sin que dejemos de consumir alcohol y nicotina que son, con mucho, las dos
drogas que mayor daño social y económico causan. Queremos que nuestras
sociedades sean más seguras, más limpias, más prosperas, más bellas incluso,
pero seguimos delegando nuestra responsabilidad cívica a una clase profesional
política que año tras año nos engatusan con palabras para defraudarnos con
hechos. En pocas palabras: queremos la bala de plata que mate los
‘hombres-lobo’ de nuestra existencia y que cambie nuestras vidas, nuestras
relaciones, nuestras circunstancias pero sin la labor de hacer cambios propios
en nuestras perspectivas, actitudes, y comportamientos.
Durante en estos días
venideros de festividades, celebraciones, promesas y reflexiones, tomen unos
momentos para reflejar sobre sus vidas, sus familias, sus vecindades, sus
sociedades y países, y encuentren defectos y problemas en las mismas, piensen
en lo siguiente: si no forman parte de la solución, es que vienen a ser el
problema; y cuando busquen ‘balas de plata’ para sus problemas sepan que no
tienen que ir mas allá de sí mismos para encontrar los hombres-lobo que
aterrorizan su propia existencia.
Deseándoles un Feliz y Próspero Año Nuevo se despide
Shodai J. A. Overton-Guerra, Maestro-Fundador de MAMBA-Ryu
Creador el “La Mente del Guerrero Iluminado”
OK, ya puedo continuar con mi día. Volvemos
a VIPERS…
El ojo que se ve
El filo que se corta
No preciso escudo
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