miércoles, 30 de enero de 2013

ANOTACIÓN 3: Martes, 29 de enero, 2013 5:42 AM REPORTE DEL DÍA


El Diario de un Sennin, Volumen III – 2013: Misma Singularidad, Nuevos Horizontes.

ANOTACIÓN 3: Martes, 29 de enero, 2013  5:42 AM
REPORTE DEL DÍA


En el principio érase el nin, “espíritu bajo disciplina,” y de ahí surgió el Sennin, el  “maestro-sabio del nin,” el maestro-estratega, el sabio-iluminado de la Quinta Dimensión. 

Ubicación: Salón Principal del Nexo.
Estado Anímico: Energizado.
Estado Físico: Ligeramente adolorido.
Estado Cognitivo: Lúcido.

El Ojo del Águila, el Espíritu del Carcayú: El café acaba de hacerse. No es una hora usual para estar despierto para mí, al menos ya no puesto que me acuesto más tarde de lo que solía hacer. Hay cosas que ocupan mi mente, hay cosas que le quitan el sueño hasta a un Sennin. Hoy va a ser un día interesante; hoy comienzo nuevos proyectos, caminos prácticamente; hoy comienzo mi curso de algoritmos ofrecido en línea por la universidad de Stanford – gratis. Algoritmos son la esencia de la informática y consisten en las fórmulas operacionales para llevar a cabo las computaciones necesarias para un programa. No sé si es una buena definición, pero si queréis algo mejor id a Wikipedia. Este curso, que inicio acompañado virtualmente de mi hijo, Sensei Jimmy, representa un paso en un proyecto conjunto de un libro que vamos a escribir sobre algoritmos que quedará ilustrado mediante la metodología y la tecnología VIPERS. Somos tres generaciones de científicos de la computación en la familia – abuelo, hijo (yo), y nieto –  se puede decir que lo llevamos en los ‘memes’ familiares. Es un proyecto muy ambicioso, muy exigente… ¡muy MAMBA!

El otro proyecto que comienzo hoy es el de música mediante un programa para tocar el teclado que adquirí hace unos meses y que por fin voy a tomarme el tiempo de comenzar. Música, algo nuevo que debí haber emprendido de niño cuando mis padres trataron de que lo aprendiera. Me arrepiento de mi necedad, pero ni fue algo en lo que insistieran ni tampoco se me puede acusar de haber desperdiciado mi infancia o juventud. Seguro que si mis padres hubieran tenido los medios económicos para pagar un maestro sí lo hubiera acogido, pero eso de sentarme al piano solo con un libro a mis seis años pues no iba a suceder. Lamentablemente ninguno de los dos tenían el conocimiento para enseñarme ellos mismos, y mi Yaya, aun teniendo una licenciatura en música, nunca le interesó dar clases a nadie. ¡Tengo altas expectativas!

Siempre me ha gustado cantar y me gustaría poderme acompañar por el teclado o por la guitarra. Si no me dediqué de forma seria al canto, o sea, profesionalmente fue por varias razones. Una, porque de niño mi padre siempre insistió en dos cosas: en que aprovechara al máximo mis “dones” o “talentos”, y que hiciera lo que hiciera, me dedicara a lo que me dedicara que fuera “el mejor”. Simple. Era una actitud muy propia de la cultura afroamericana tanto de su generación como de las dos anteriores. El “décimo talentoso” (el 10% de la población con ‘talento’ suficiente para hacer una diferencia aplicando y aprovechando esos talentos para beneficio propio y del resto) del que hablaba WEB Dubois, cuya obligación consistía en exigirse lo máximo de sí mismos y así elevar el nivel de todos. El “décimo talentoso”, el porcentaje superior de la población afroamericana dotada de la capacidad y de la responsabilidad de cargar el resto con su propio desarrollo. La lista de afroamericanos que se destacaron de acuerdo al mantra de “Sé el mejor” es extensísima. Esas generaciones pasadas dieron lugar a hombre y mujeres sobresalientes que obraban siempre con la consciencia del peso de la responsabilidad que cada uno sentía de levantar a su pueblo entero de la miseria mediante el único recurso a su disposición: su propia excelencia y grandeza. Mi padre y dos hermanos suyos tienen doctorados. Dadas las dificultades que aquellos hombres superaron para lograrlo la siguiente, la nuestra, no tiene excusas – y sin embargo la mayoría nos quedamos cortos. Son titanes y el peso de la responsabilidad de elevar la raza se disolvió en las generaciones sucesivas de los derechos civiles.  Pero no en mi caso. “El mundo no necesita ni más deportistas, ni más músicos, ni más cantantes negros” me decía mi padre, “sino científicos, intelectuales, y profesores que demuestren que somos capaces de hacer algo más que correr, saltar y entretener a los blancos”. Aprovechar mis talentos y ser el mejor: las grandes expectativas implantadas, arraigadas en la mente de un hijo por su padre. Marcaron el rumbo de mi vida implantando una predisposición que me guiaría siempre y en todo. Y con esa consciencia supe dos cosas, que dedicarme a cantar sería un desperdicio de mis verdaderos talentos intelectuales – y que nunca lograría ser “el mejor” cantando ya que sobraban cantantes que eran, y serían, mucho mejores que yo. Así fue que me crié con esa consciencia, algo que he notado que brilla por su ausencia en la consciencia latina. Cuando te crías con esa mentalidad la rendición no es una opción, la displicencia es el único verdadero pecado capital, la auto-lástima no es sino traición a todos y sobre todo a ti mismo, y el conformismo con la mediocridad resulta simplemente inconcebible. Vives bajo el código de “Cumplir o Morir, Cumplir hasta Morir”; te crías como soldado en campamento de batalla, la vida es guerra. El verdadero enemigo, aparte de un sistema sociopolítico y económico que te ha denegado a ti y a los tuyos hasta vuestra misma humanidad en una larga serie de injusticias acumuladas durante siglos de historia, viene a ser la resistencia, a veces pasiva, a veces directa, de tu propia gente de unirse contigo a la causa. La mentalidad de una causa es lo que nos falta en el mundo latino, la conciencia de una responsabilidad con nuestra cultura, pero solamente con nuestros propios países, sino con nuestra gran cultura panhispánica: solos no somos nada, meras gotas, juntos seriamos un tsunami. Los negros la tuvieron y con ella lograron lo que lograron, nosotros ni rastro.

Hablando de tsunami, el viernes terminé el capítulo 2 de ‘Penuel’. Me quedé exhausto. Mejor dicho, me dejó exhausto. Es de las pocas ocasiones (salvo en el caso del Julio Wolf que fueron muchas ocasiones a lo largo de casi de treinta años que me costó terminar el primer volumen) en las que he escrito un capítulo de nuevo desde el comienzo, pero este capítulo 2 requirió investigación sobre investigación, planificación, entrega, compromiso, de todo y más allá hasta que cuando finalmente lo acabé me di cuenta de que me había acabado a mí. Quedan tres capítulos más, y cada uno va ser igual o más difícil de redactar que el anterior. Me inspiré en parte por la novela que ya tenía en progreso y a la cual modifiqué significativamente a raíz de mis estudios de los diálogos de Platón en preparación para el curso de filosofía. Así fue que lo que comenzó como un ataque simple y directo a la figura de Dios en la Biblia, acabó siendo toda una guerra dialéctica sin cuartel entre el Sennin y un ángel/Dios/demonio cuyo campo de batalla se extenderá a la mitología de diversas culturas (la africana, la esquimal, la hindú, etc.), a la filosofía espiritual y psicológica del Extremo Oriente, a la filosofía social africana, a todos los ramos de la filosofía occidental, y quién sabe a qué otros lugares y cuáles temas más. Integrar a lo largo de tan ancho espectro temático es agotador y cuando me imagino sentado al escritorio del “salón principal del Instituto KAIZEN Center de MAMBA Ryu” y debatiendo con el obstinado pero sagaz e ingenioso ‘Mr. Freedman’ entro en papel y suprimo cualquier consideración de cansancio del momento, pero guardando el archivo, cerrando el laptop y saliendo del portal de la fantasía, la fatiga del encuentro me cae encima como una caja fuerte hundiéndome en el cemento de la banqueta de mi propia voluntad. El agotamiento me duró el sábado completo y hasta el domingo por la mañana cuando ya amanecí más “entero”. Me sentí tan débil que llegué a preocuparme seriamente por mi salud. El sábado por la noche empecé a recuperarme y me di cuenta de la causa: cuando terminé Julio Wolf tuve síntomas parecidos pero que duraron días, casi media semana o más en total. Nada se asemeja a la facilidad con la que produje ‘Maestros KAIZEN’, el cual escribí en un solo mes – 30 días – más las semanas que me llevaron después escribir los resúmenes al principio de cada capítulo y la guía de estudio al final del mismo. Pero ‘Penuel’ es obra maestra; es el hombre batallando con la divinidad para el ‘ser’ humano mismo, para lograr desenmascarar la divinidad por lo que es: una vil fachada de nuestra propia imaginación que nos evita ver lo sagrado a todo nuestro alrededor. La divinidad, el concepto de la misma, crea una dualidad que conocemos como ‘lo divino versus lo profano’ cuando en realidad todo pertenece a una sola categoría: lo sagrado. Lo divino y lo profano son dos ilusiones de la mente a modo de espejos paralelos que crean en sus reflejos una infinidad de niveles, de planos, de dimensiones, todas alucinaciones ópticas. No hay espejos, todo, efectivamente todo, es sagrado: la muerte, el sexo, la defecación, la basura, la belleza, la violencia, el hambre, la risa, el dolor, el viento, la lluvia, el amor, una cucaracha trepando por la pared de edificio desalojado…

Pero aún no he terminado con el capítulo 2. Tengo que anotar las correcciones de las erratas y tengo que hacer la guía de estudio – eso siempre es tedioso puesto que la guía de estudio es lo que convierte la obra en una disciplina digna de un aprendizaje filosófico, académico. He pensado quizás en que el resto de mi libro de filosofía sea en vez de un texto concreto, una serie de libros independientes a modo de módulos literarios, cada uno consistiendo en una sarta de batallas dialécticas entre personajes dinámicos enfocando en los temas filosóficos de mayor actualidad pero a la vez dando un escaneo a las producciones de las mentes más brillantes de la historia intelectual universal. Cada uno con su guía de estudios correspondiente sirviendo de mapa, brújula y norte para navegar a través de la materia. Difícil, creativo, entretenido para el lector, desafío digno para el autor; cada libro un Himalaya, cada capítulo un Everest… ¡Cada vez suena mejor y mejor la idea!

¿La música, dónde entra en todo esto? Simple: supervivencia. Si no encuentro algo diferente, donde no tenga que producir necesariamente pero que sí me rete, que sirva como un océano infinito donde pueda agotar mis ansias de navegar, el trabajo me va a matar. Suena exagerado, pero es cierto. Hasta de niño caía enfermo de agotamiento jugando al ping-pong y al ajedrez catorce horas diarias – más las que dedicaba para hacer las tareas de matemáticas y de física que me imponía mi padre. Creo que eso de tener una actividad para la relajación lo llaman tener un hobby – pero mis hobbies siempre fueron obsesiones, pasiones desenfrenadas que era lo que precisaba una mente hiperactiva, un cuerpo inagotable y una voluntad al poder insaciable. Pero ahora, ya entrando este año en el otoño de mi vida – la década de mis cincuenta – no tengo más remedio que tomar en cuenta la suma total que será mi legado, y no sería interesante ser recordado como el que autor fanático que murió justo al teclear la última palabra de la última frase de su última novela. Demasiado melodramático incluso para mí.

Volviendo al tema de la música: hay mucho que ganar al completarse como ser humano y aprender a tocar al menos un par de instrumentos. En mi caso serán el teclado, la flauta transversal y la guitarra clásica. Por otra parte, vinculando el estudio de la música con VIPERS, siempre he sentido que hay una relación directa entre el funcionamiento de un sistema y una obra sinfónica. Además, he pensado crear música para acompañar a mis poesías, incluso en crear “MAMBA rap” – rap contra el SISOPEG. ¡Jajajaja! Aprender a desarrollar una nueva esfera humana que se desconoce por completo solamente puede inspirar a nuevos niveles de creatividad que enriquezcan la producción en todas las demás áreas. No me cabe la menor duda de que será un proceso tremendamente enriquecedor. Por ejemplo, la idea de poder cantar y acompañarme a mí mismo con el teclado o con la guitarra me fascina. No más karaoke ni a capella.

Otro proyecto que voy a comenzar va a ser en el área de la danza moderna. El objetivo ahí consiste en crear una serie de movimientos del Kai coordinados con movimientos de baile popular – el “Danza Kai” o “Kai-robics”. Es un proyecto que está planificado desde hace mucho tiempo, de hecho desde cuando primero inventé el Kai a primeros del 2006. ¡Así que este 2013 me verá tocando el teclado y cantando canciones y bailando coreografías con los Kai!

Otras ideas recientes. He llegado a la conclusión de que en el tiempo que me queda la idea de formar un sucesor que me vaya a reemplazar en mi totalidad como Gran Maestro del Ryu es un sueño noble pero utópico. MAMBA es demasiado extenso para que una sola persona domine todas sus facetas y me alcance para reemplazar. Además, no quiero que me reemplacen solamente, quiero que me superen en todo lo posible. Al menos que me clonara y sometiera mi clon a una larga lista de experiencias muchas de ellas sobreviví por puro beneficio del azar, no va a suceder que un solo individuo que comience de adulto por decisión propia me iguale ni mucho menos me supere. ¿Qué hacer entonces? ¡Hay que ser creativos! Hace como veinte años tuve un sueño interesante. Estaba en una ceremonia de MAMBA – en aquél entonces era conocido solamente como “Black MAMBA” – y mis alumnos se disponía a mi alrededor en un semicírculo esperando recibir un discurso que yo iba a darles. Los más cercanos, en varias filas concéntricas, estaban vestidos de azul, de pies a cabeza, y eran conocidos como los “Miembros Nobles”, o sea, la élite de MAMBA. Detrás de ellos estaban los demás que vestían túnicas de negro. El punto a donde quiero llegar es que en cuestiones de pedagogía, tenemos que tener todo un grupo de maestros docentes que impartan el currículo de la instrucción del Instituto KAIZEN Center de MAMBA Ryu, con uno de ellos que se considere “primo entre pares” – primero entre iguales – a modo de director del instituto. Así que MAMBA tendrá una rama pedagógica que se dedique a asegurarse de que las enseñanzas se impartan y avancen, y de que se vayan creando nuevos programas que combinen e integren con la ideología filosofía esencial de MAMBA – algo que dejaré muy claramente establecido en los próximos digamos cinco años. Esto aplicará tanto a los programas intelectuales como a los marciales.

La rama empresarial de MAMBA, la que se dedique a promover los programas y los materiales será algo diferente, a cargo de alguien con competencias y ambiciones empresariales – ganas de fundar un imperio comercial, pero que esté igualmente empapado del espíritu de MAMBA, o sea, docto en la doctrina filosófica de MAMBA, pero no necesariamente un gran maestro de la misma. Ese individuo ya se ha manifiesto y está operando: Sensei Jimmy. En fin, la cuestión de quiénes y cómo se va a resolver mi inevitable inexistencia se va resolviendo. A mí también me toca de momento crear los materiales y capacitar a los “Miembros Nobles” que son mis presentes discípulos, y establecer la “leyenda viva” de mi existencia continuando con las misma actitudes excesivas, fastidiosas, contrarias, controvertidas y excéntricas que he manifiesto toda mi vida: o sea, simplemente seguir siendo yo, lo cual hago con mucho gusto y suma facilidad. 

Todo eso me da una gran tranquilidad. (Ya me veo de sabático cruzando Europa en mochila, trabajando de mimo para pagarme la estancia, haciendo investigación de campo para una gran obra sociológica: ‘La Mirada del Mimo’.) Yo sirvo para lo que sirvo, de visionario, de conquistador de nuevos horizontes en el gran paradigma MAMBA para el ser humano, pero no de colonizador, no de administrador, ni mucho menos de empresario. Ni de político tampoco. Esos son imprescindibles para el futuro de la Orden, sí, pero no es lo mío. Necesitamos de todo una escuadra de jugadores y actores para completar las siguientes fases del crecimiento, sobre todo aquellas que continuarán sin mí: de un frente de maestros, de un grupo de filántropos que financien nuestras causas (como la del orfanato), etc... O sea, hay que crear una organización dinámica que pueda progresar, ajustarse a los cambios políticos, económicos, y sociales del mundo; planificar globalmente pero implementar localmente, y expandir más allá de las limitadas capacidades de su fundador: como los Jesuitas por ejemplo. ¡Me agrada la idea! De algún modo me quita un gran peso de encima.

¿Hoy qué toca para entrenar? Ya es tarde. Entre escribir esta anotación y una cosa y otra que he estado haciendo mientras ya son casi las 10:00. Toca salir a trotar/correr, quizás pegarle a Bob su somanta de guantazos que se merece por arrogante y por feo, luego más tarde musculación. Las cuatro rutinas las colapse en dos, así que el plan ahora va a ser entrenar un día si, otro no, cada día de entrenamiento un día “total” de ejercicio cardiovascular, musculación y estiramiento. ¡Anteayer salté mis 20:00 minutos de cuerda sin parar! Después de seis largos años batallando contra achaques tras achaques empiezo a sentirme de nuevo como un atleta.

El ojo que se ve
El filo que se corta
No preciso escudo.

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