sábado, 28 de abril de 2012

Sábado, 28 de abril, 2012 REPORTE INICIADO A LAS 13:10 HORAS



En el principio érase el nin, “espíritu bajo disciplina,” y de ahí surgió el Sennin, el  “maestro-sabio del nin,” el maestro-estratega, el sabio-iluminado de la Quinta Dimensión. 

Ubicación: RECÁMARA PRIVADA DEL PLEXO
Estado Anímico: FAVORABLE
Estado Físico: FAVORABLE
Estado Cognitivo: FAVORABLE 

El Ojo del Águila, el Espíritu del Carcayú: Hace demasiado tiempo que no contribuyo a mi Diario de un Sennin, vol. II. Creo que las anotaciones a la Bitácora del Capitán Wolf hacen las veces de agotar mi contribución a ese género literario, agotando mi tolerancia y resistencia para tal propósito. Anoche, habiendo terminado un boceto de un nuevo capítulo de las jamás olvidadas “Crónicas de la Orden del Jaguar Negro”, demasiado cansado para emprender otra tarea, no me quedó más remedio que, sentado en el sofá del salón principal del Instituto KAIZEN Center de MAMBA RYU, tomar inventario de una gran parte de mi vida que queda representada, a modo de jeroglíficos encuadrados en las paredes de la misma habitación. Ahí, delante de mí, está la evidencia incontrovertible de una vida extraordinariamente encarada, contra viento y marea, contra volcán y terremoto, contra incendio y diluvio, y nadie podrá saber nunca, nunca y jamás, cuantas madrugadas fueron arrebatadas al sueño ni cuantas desveladas al desvanecimiento, ni cuantos días, horas, minutos, instantes, al dolor superado o al sufrimiento denegado. Hay toda una historia de años, de décadas dedicadas a la excelencia, al aprendizaje, al esfuerzo, a la renuncia, a un compromiso no solamente conmigo mismo, con mi propia grandeza sino con todo lo que he representado toda mi vida: la dignidad de mis ancestros, de mis herederos y sucesores, de mi maestros y de mis alumnos y aprendices; una historia de sacrificio a una causa que supone para mí mismo, curiosamente, inexplicablemente, inefablemente una gran lección de humildad que me emociona y conmueve puesto que la historia de ese hombre no me pertenece a mí exclusivamente, sino que es patrimonio de la humanidad entera. Mi nombre aparece como la entidad que ocupaba, ocupó y ocupará por un tiempo ese espacio donde piso, por donde camino, pero el rastro que dejaron estas pisadas jamás fueron solamente mías, sino que son, han sido, y siempre serán las huellas de una esencia noble, de un espíritu libre e indomable que todos los seres vivos compartimos, y de la que todos los seres humanos, de cualquier raza, cultura, género o edad, es heredera.

Y ahora prosigo con mi camino.

El ojo que se ve,
El filo que se corta
No preciso escudo.

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